Un tiempo después conocí a Keysi y Yackeline.
Keysi me contó que tuvo el apoyo incondicional de su familia luego de “salir del closet” a los 20 años. Su vida era tranquila y el trabajo que tenía le permitía aportar al hogar. En 2008 conoció a Yackeline y desde entonces han estado juntas afrontando los retos y éxitos de la vida.
Dada la situación en Venezuela, se vieron forzadas a trasladarse a Colombia con la esperanza de salir adelante juntas y poder ayudar desde la distancia a sus familiares que dejaban atrás. Su llegada al país fue retadora porque no encontraban trabajo y sentían que las oportunidades eran limitadas. Su angustiosa situación continuó durante los primeros ocho meses que vivieron en Colombia, pero no se rindieron.
Encontraron un trabajo como paramédicas y ayudando en una fábrica de hojaldres, lo que les permitió renovar esperanzas y estabilizarse. Sin embargo, con la pandemia fueron despedidas y tuvieron que iniciar desde cero y buscar nuevas oportunidades. Vendieron bolsas en Transmilenio y en las calles de Bogotá para pagar el arriendo de una habitación y algo de comida. La frustración que sentían, al no poder ejercer las carreras profesionales que estudiaron en Venezuela, además de los impedimentos por la falta de documentación en Colombia, fueron retos muy duros, difíciles de imaginar.
Cuando nos conocimos, Yacke y Keisy habían encontrado un lugar donde se sentían cómodas y seguras, tanto por la asistencia legal y psicosocial que les brindamos, como por la renovada libertad que experimentaron al poder ser ellas mismas.
Actualmente, Yacke y Keisy trabajan por días brindando servicios de enfermería para adultos mayores. Ellas siguen juntas y se apoyan mutuamente para seguir adelante.