Desde que iniciaron los flujos a gran escala de personas refugiadas y migrantes de Venezuela hacia territorio colombiano, también empezaron a multiplicarse las narrativas en los medios de comunicación que con frecuencia asocian los índices de violencia, crimen y otras afectaciones de seguridad con la presencia de personas venezolanas en el país. ¿Cuál fue la razón de esto? ¿Se trataba de cifras y hechos que comprueban tendencias o son afirmaciones que impulsan estigmatizaciones?.
Esta tendencia favoreció en la opinión pública el imaginario de que las personas venezolanas tuvieron gran incidencia en el incremento de la inseguridad. Esta tendencia en las noticias resultó en una preocupante estigmatización y, con ello, un clima propicio para la xenofobia, impactando de manera negativa en las vidas de las personas que se ven forzadas a huir de sus hogares y enfrentarse con una nueva realidad diariamente.
¿Cómo se puede ser crítico y a la vez empático al momento de informar sobre la situación de las personas refugiadas y migrantes provenientes de Venezuela?
La Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, a través de su campaña Somos Panas Colombia, y la Fundación para la Libertad de Prensa, FLIP, construyeron una herramienta, en conjunto con periodistas de varias zonas del país, para facilitar el abordaje de estos temas sin recaer en la estigmatización. Se trata del “Checklist para un Periodismo contra Narrativas Estigmatizantes” , que permite que cada comunicador evalúe el contenido que quiere producir antes de publicarlo. Al autoevaluar su nota bajo una serie de criterios sencillos que provee el checklist, se reduce el uso del lenguaje discriminatorio, se mejora el manejo de la información, la veracidad y la calidad del contexto utilizado; todos ellos elementos claves de una información responsable.
A modo de ejemplo, cuando se habla de lenguaje, este listado no solo hace referencia a la necesidad de evitar el uso de palabras denigrantes o degradantes, sino a la importancia de ser consciente de que el lenguaje es capaz de inducir comportamientos y crear realidades. Por ejemplo, cuando se hace referencia al flujo de refugiados y migrantes con palabras asociadas a “catástrofes naturales”, se le carga de una alta connotación negativa al fenómeno y esto predispone al lector.
Otro aspecto es el manejo de fuentes. Es crucial diferenciar una confiable, una dudosa y una noticia falsa. Para esto, la recomendación es usar la fuente directa, contrastar, y no solo replicar algo que otro medio haya publicado con relación a la noticia que se quiere tratar.
A esto hay que agregar la forma en que se va a comunicar: el filtro que se va a usar. Al tener información fiable sobre hechos que se quieren informar, resulta innecesario resaltar si la persona es de nacionalidad distinta o si presenta alguna condición. Por ejemplo, en vez de publicar “dos venezolanos capturados por hurto” simplemente se puede dejar como “dos personas capturadas por hurto”.
Por supuesto, es muy importante que el periodista se pregunte por el lugar que ocupa un enfoque de derechos humanos en su trabajo diario. Antes de escribir puede indagar qué espacios existen para fortalecer sus conocimientos sobre estos principios o conocer otras experiencias en el mundo que ayuden a comprender lo que sucede. El y la periodista tienen una responsabilidad crucial de hacer un uso adecuado del lenguaje y brindar información verídica para contrarrestar la estigmatización de las personas refugiadas y migrantes. ¿Qué tanto se puede hacer desde el periodismo para construir una sociedad informada y alejada de discursos xenófobos?