Cuando una persona llega a un nuevo país, como refugiada o migrante, debe lidiar con una serie de situaciones vitales: garantizar el alimento, la vivienda, el acceso a la salud, el empleo para poder apoyar a su familia que lo acompaña y a quienes se quedaron en su lugar de origen, entre muchos otros factores. Uno de los retos que viven tiene que ver con la sociedad: muchas veces se enfrentan con la indiferencia, y, en el peor de los casos, el rechazo.